"Hoy más que nunca, necesitamos que la educación sea crítica, científica y acorde a la realidad de esta nación multicultural en la que las culturas originarias siempre han sido negadas. Lo anterior para que deje de ser el adiestramiento para instruir operadores del despojo, de la producción desmedida, de los justificadores del desastre social, político y ambiental a que nos ha sometido este sistema capitalista, que deje de ser la educación el semillero de la enajenación de los pueblos en nuestras comunidades y en las ciudades; o sea que deje de ser parte de los engranes que hacen funcionar al sistema capitalista.
Necesitamos que la educación sea gratuita y popular porque los derechos no deben ser mendigados ni convertidos en mercancía, sino reivindicados y ejercidos sin miedo para la construcción de nuevas formas y horizontes.
Así pues, es urgente lograr que la generación y transmisión del conocimiento en las universidades y escuelas esté permanente vinculado y al servicio de las y los de abajo, sea en las ciudades o en las comunidades indígenas y campesinas, y que no sea más un arma de los poderosos para seguir con este sistema depredador que ya amenaza la vida entera."